Conversaciones con Neto Rivas

LA COLUMNA DEL DOMINGO

MIS PROPÓSITOS PARA EL AÑO NUEVO

Ernesto Rivas Gallont

Quiero un país donde la verdad y la honestidad sean los principios más sagrados de los gobernantes y gobernados. Donde no se nos discrimine o repudie porque no pensamos como piensa el otro. Un país donde mis derechos sean iguales a los derechos de todos los demás.

El año nuevo está por comenzar y con él, nuevas aspiraciones. Los últimos días del año viejo y los primeros del nuevo son los que generan mayor actividad imaginativa, por cuanto es la época cuando muchos evaluamos nuestras vidas, planificamos nuestras actividades para el año que se inicia y resolvemos tomar acciones para lograr nuestros objetivos.

No es difícil hacer resoluciones de año nuevo y fijarnos objetivos que juramos lograr, por improbables que parezcan. Existe un sentido de renovación, renacimiento, por decir, y sentimiento de culpa por haber comido y bebido tanto durante las fiestas. Algunos recordamos que nuestras resoluciones del año pasado, se vieron frustradas a mediados de enero; pero este año será distinto.

Definitivamente, me incluyo en esa categoría, que, por cierto, es donde está la mayoría, porque nunca fui organizado en extremo, un pensador claro y lógico ni uno de aquellos individuos que ponen sus objetivos por escrito y se adhieren a ellos rígidamente, hasta lograrlos.

También pensé que eso de repetir los objetivos del año pasado sería un tanto depresivo; porque muchos de mis amigos están gozando de mejor salud que la mía (yo nunca me enfermo, pero cuando me enfermo, me enfermo de verdad), divirtiéndose más y disfrutando más la vida. Además terminaría haciendo una lista demasiado larga, si quisiera ponerme al día con todo lo que anteriormente he querido hacer.

Así es que este año, decidí no proponerme nada, pero escribir algunas resoluciones para mi querido país. Esta tierra que nos vio nacer, está en medio de serias insuficiencias y nos necesita ahora más que nunca. Necesitamos resoluciones firmes y claras; y nosotros, los salvadoreños, podemos hacerlas realidad.

Quiero un país donde la verdad y la honestidad sean los principios más sagrados de los gobernantes y gobernados. Donde no se nos discrimine o repudie porque no pensamos como piensa el otro. Un país donde mis derechos sean iguales a los derechos de todos los demás.

Quiero un país donde la educación y la salud sean la prioridad absoluta del gobierno. Donde los recursos públicos se destinen más a inversión que a cubrir costos de una burocracia enmarañada, viajes suntuosos y más propaganda presuntuosa.

Estoy seguro que, todos los buenos salvadoreños piensan de igual manera. Y, aunque lo expresen en forma distinta, todos aspiren a lograr esos objetivos, que pronto se traducirían en mayores y mejores niveles de prosperidad para todos. Prosperidad que garantice que podremos enfrentar los retos del futuro, en una sociedad más educada y más saludable.

Los resultados deberán prevalecer sobre axiomas, si El Salvador quiere mantener un lugar de liderazgo en Centroamérica. Debemos analizar sin prejuicios ni pasiones, qué es lo que ahora no funciona y proponernos trabajar, sin descanso, para solucionar nuestros problemas, buscando remedios prácticos y sensatos, siempre con el objetivo de satisfacer las necesidades de nuestra población.

Hoy, nuestro país se desangra en medio de una vorágine de violencia y suciedad, que parecen incontrolables; violencia y suciedad en las calles, los hogares, los cines, la música, por donde volteemos a ver. El Sida avanza incontrolable, porque hay quienes no creen en el condón. El medioambiente erosionado y depredado; el agua se nos termina; la justicia en manos de un sistema corrupto y legisladores que más piensan en intereses partidarios y personales que en el bien nacional.

Estas heridas profundizan y enconan nuestra disposición a sentir que nuestras necesidades se satisfacen y nos vuelven incrédulos ante el discurso político de buenos y malos. Todo derecho que hemos ganado como ciudadanos, cada centímetro que hemos avanzado hacia la paz, justicia e igualdad, cada medida que hemos tomado para proteger aquellos que no tienen voz, ha sido corolario de una guerra fratricida, del coraje, de aquellos que sostienen propósitos patrióticos desinteresados y de su visión clara de lo que el país necesita.

Debemos exigir cambios en el país, pero para ello, debemos aglutinarnos alrededor de objetivos comunes realizables y protestar por las deficiencias, hasta que éstas sean superadas. Somos una nación demasiado pequeña, irrelevante en el contexto internacional y, por ello, somos nosotros aquí en el país, quienes debemos luchar unidos por nuestros ideales.

2008 será un año político; muy político. Los partidos se preparan para vendernos a sus candidatos desprestigiando a los de la oposición, en vez de adelantar sus programas de nación en debates públicos de altura. El partido en el gobierno ya ha dado indicios que su campaña tratará primero de desprestigiar al candidato opositor, remarcar sobre su dependencia de la ideología del partido que lo propone y atemorizar a la población por el futuro incierto que un cambio de gobierno propone.

Si queremos ver nuestros sueños realizados, debemos cultivar nuestras anhelos, porque son ellos los que nos llevarán a unirnos en objetivos comunes y nos ayudarán a enmendar nuestra historia. No como lo proponen los políticos.

En términos sencillos, mi resolución de año nuevo para mi país es: quiero que el país donde vivo y el país donde deseo vivir, sean el mismo durante el año que comienza.

A los jóvenes salvadoreños les digo: “trabajen duro, con propósitos bien definidos y mañana cosecharán los frutos de su labor. Caminen por el camino recto y gozarán de sus frutos al llegar a su destino”.

“Que sus objetivos, sueños y acciones, tomen en cuenta, siempre, los bien entendidos intereses nacionales. Cada uno de sus logros, debe contribuir al bienestar del país.

Resuelvan construir una nación más estable, compartan con otros sus sueños y proyectos, para que ellos también puedan contribuir, a su manera. Recuerden que hay unidad en la diversidad, trabajen siempre hacia una nación unida y más estable”.

San Salvador, domingo 30 de diciembre de 2007