domingo, enero 28, 2007

LA COLUMNA DEL DOMINGO


LAS TENSAS RELACIONES IGLESIA - ESTADO

Ernesto Rivas Gallont

Carrera se vio involucrado en dos guerras contra El Salvador en 1850 – 1853 y en 1863. En esta última, fue factor en el derrocamiento del presidente liberal Gerardo Barrios y en el nombramiento del Lic. Francisco Dueñas como presidente, con quien compartía la misma tendencia conservadora.


La Iglesia de Concepción en Santa Tecla, fue testigo de muchos acontecimientos históricos, no todos de carácter religioso. El 27 de julio de 1875, cuando era presidente el guatemalteco, Mariscal Santiago González, “por ciertas seguridades personales” los sacerdotes don Miguel Vecchiotti, Matías Orellana y Bartolomé Rodríguez se refugiaron en el convento de la iglesia. No obstante, el Gobierno del mariscal González decretó la captura y expulsión del país de los sacerdotes rebeldes. Dando cumplimiento a la orden, el coronel Constantino Ambrogi, con una escolta de doscientos hombres, rodeó la iglesia y dio captura a los señores clérigos, quienes fueron conducidos a La Libertad y embarcados hacia el exilio en el vapor “City of Panama”.

Para mejor entender cuál era el escenario político en El Salvador y Centroamérica, recordemos cómo se habían dividido las fuerzas políticas de la región.

El 22 de noviembre de 1824, las cinco provincias centroamericanas adoptaron una constitución política que establecía un Gobierno Federal, bajo un presidente y un congreso unicameral, pero delegaba gran parte del poder a los cinco países individuales. Modelado, en parte, en la Constitución española de 1812 y en la Constitución de los Estados Unidos de América, el documento abolía la esclavitud, garantizaba las libertades individuales, aunque solamente los terratenientes tenían derecho a voto, incluía otras disposiciones liberales, pero reconocía al catolicismo romano como la religión instituida de la República.

Estas disposiciones reflejaban la profunda división entre la élite regional que eventualmente terminaría con la Federación. Aun antes de la independencia de España, los criollos (nativos descendientes de españoles) de la clase alta, estaban divididos en dos facciones, los conservadores y los liberales. Ambos se disputaban el poder político – económico, y divergían sobre la función del clero católico. Los conservadores normalmente favorecían la estructura tradicional de la sociedad centroamericana, controlada por grandes terratenientes y el poderoso clero católico. Los liberales propugnaban por un gobierno republicano, y un capitalismo de libre mercado, similar al vigente en Europa y los Estados Unidos; pretendían también limitar el papel de la iglesia y favorecían un sistema de gobierno centralizado, mientras los conservadores apoyaban a la iglesia y a un sistema de gobiernos individuales y fuertes.

Pronto surgieron conflictos entre liberales y conservadores en los países individuales y entre los Estados de la Federación. Estos conflictos se profundizaron por las antiguas rivalidades regionales. Por ejemplo, Guatemala se convirtió en el centro del poder conservador, mientras El Salvador, que durante años había resentido el dominio de la capital colonial, fue la base del liberalismo. En Nicaragua, la conservadora Granada luchó acerbamente contra León, sede del liberalismo nicaragüense, hasta caer en un estado de completa anarquía, al grado que El Salvador despachó al general Manuel José Arce al mando de quinientos soldados salvadoreños, para que “pacificara Nicaragua”.

El dictador guatemalteco José Rafael Carrera (1814 – 1865) luchó contra el liberal Francisco Morazán, presidente de 1830 a 1840, de la República Federal de Centroamérica. Como líder de las fuerzas insurgentes, Carrera contribuyó a la destrucción de la Federación al separar a Guatemala de la unión. A partir de entonces, se convirtió en dictador, gobernando con el apoyo de los grupos conservadores y clericales, hasta su muerte. Carrera se vio involucrado en dos guerras contra El Salvador en 1850 – 1853 y en 1863. En esta última, fue factor en el derrocamiento del presidente liberal Gerardo Barrios y en el nombramiento del Lic. Francisco Dueñas como presidente, con quien compartía la misma tendencia conservadora.

El 28 de julio de 1875, un día después de la expulsión de los clérigos, monseñor José Antonio Aguilar dirigió una carta circular a los “Señores Curas de las Parroquias del margen”, en el margen el obispo había anotado:

Concepción y Belén –Santa Tecla—Santo Domingo y Sagrario –San Salvador—Panchimalco, Oloculita, Texacuangos) informándoles de la expulsión de los sacerdotes por orden del Supremo Gobierno. La carta circular evidencia que la expulsión de los clérigos era esperada porque el obispo Aguilar dice: “Para que la Diócesis no quedase en acefalía, el Ilmo.

Señor Obispo Saldaña, de acuerdo con el Ilmo. Señor Obispo Auxiliar y el MY (Muy Ilustre) Señor Provisor, habían antes determinado confiarme el Gobierno de la Diócesis nombrándome Provisor y Vicario General, delegándome sus facultades y dándome sus instrucciones para que en el día mismo de su salida me diese a conocer del clero y fieles de la Diócesis, como lo he hecho ya por la circular adjunta y que U.U. se servirán publicar”.

Si bien el obispo no revelaba las razones de la expulsión de los curas, en la misma circular agregaba que había recibido instrucciones para transmitir a los sacerdotes encargados de administrar los Sacramentos algunas disposiciones de los prelados tomadas a última hora: 1º De inmediato “queda revocada y sin ningún valor la exoneración hecha de los nombramientos de Curas y sustitución de encargos especiales, pues esta disposición solo tenía por objeto evitar lo que ahora ya ha sucedido; en tal virtud quedan en vigor los antiguos títulos de curas como antes y revocados los encargos e instrucciones especiales”.

El obispo Aguilar amplía la situación por la que atravesaba la Iglesia en carta dirigida el 29 de julio del mismo año al gobernador de la Arquidiócesis de Guatemala, presbítero don Juan Roaul y Bertrand, confirmándole que había recaído en él la administración espiritual de “esta iglesia”. Pasaba a comentar que había impresionado profundamente en su ánimo “la sucesión de tan graves y trascendentales acontecimientos (refiriéndose a la expulsión de los sacerdotes), porque por una parte en las penosas circunstancias que atraviesa esta Iglesia, en sus relaciones con el Estado Civil, la ausencia de tan sabios y virtuosos Prelados, colma mi aflicción en desconsuelo, poniéndome en perspectiva la suerte que podrán correr los intereses católicos de la Diócesis”.

Por el acuerdo fechado el 7 de septiembre de 1880, del obispo de San Salvador que dispone la construcción de una nueva catedral en la ciudad, sabemos que, por lo menos, el presbítero Miguel Vecchiotti regresó al país, pues su firma aparece en el documento como canónigo penitenciario. No sabemos la suerte que corrieron los sacerdotes Orellana y Rodríguez.

Pasarían muchos años antes que las relaciones iglesia – estado se normalizaran.

San Salvador, Enero 28, 2007

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y el que no esté de acuerdo, es tarado.

Anónimo dijo...

GUSTAVO LOPEZ TRIGUEROS, con un atento saludo a don Ernesto y sinceras felicitaciones por su interesante relato histórico.
Es bien sabido que los pueblos que desconocen la historia tienden a repetir los errores del pasado y basádome en esta creencia quiero permitirme solicitar de Usted, dado que cuenta con los recursos adecuados, tenga la bondad, si lo tiene a bien, dedicar algunas entregas en su blog y tratar el tema histórico de los eventos de 1932, que en estos días está cumpliendo 75 años de haber ocurrido.
Creo que la divulgación de éste trágico suceso es importante para las generaciones presentes pues existe mucho mito al respecto, comenzando por el número de fatalidades ocurridas pues se menciona cifras que van de los 3,000, hasta los 30,000. No menos significativo es el nombre dado al mencionado suceso,pues se conoce como el "levantamiento comunista", que mas bien parece haber sido un acto de desesperación de campesinos y obreros sumamente pobres, según lo expresa Kenneth J. Grieb, en artículo incluído en "EL SALVADOR DE 1840 A 1935", UCA EDITORES,1978 y dice :"Los antecedentes de la revuelta se encuentran en la depresión mundial y en la escena política local...Salvador era una nación agraria, derivando su intercambio exterior casi exclusivamente de la venta del café...la gran propiedad rural ...permitió a una pequeña élite terrateniente dominar la nación.El agregado militar de los Estados Unidos, el Mayor Arthur Harris. informaba : La primera cosa que uno observa cuando llega es el número de automóviles costosos en las calles ...Pareciera que no hay nada que ver entre estos carros de altos precios y la carreta de bueyes con su conductor descalzo. Prácticamente no hay clase media...Treinta o cuarenta familias son propietarias de casi todo en el país. Ellas viven casi al estilo real...El resto de la población no tiene prácticamente,nada. Esta pobre gente trabaja por unos cuantos centavos al día y vive como mejor puede." ,op. cit.pg.243-244.
Por otra parte,Thomas P.Anderson , en su trabajo "MATANZA",University of Nebraska Press, 1971,Chap.I, pg.1-2, dice : "The revolt was not mere jacquerie, no sudden impulse on the part of Indian campesinos.It was, on the contrary, the result of a long chain of events both within the country of El Salvador and outside...Most of its people live in unsanitary poverty, but it supports an extemely wealthy aristocracy. It is a one-crop country, still largely dominated by the coffee-producing interests." (la cita es textual de la edición mencionada, que la tengo en Inglés; mis disculpas ).
Con el respeto de siempre,
Atentamente,
Gustavo