domingo, octubre 15, 2006

LA COLUMNA DEL DOMINGO


LLAMADO A LA UNIDAD A LOS PARTIDOS POLÍTICOS SOBRE PRINCIPIOS ÉTICOS Y POLÍTICOS BÁSICOS ANTE EL PROBLEMA DE LA VIOLENCIA


Ernesto Rivas Gallont

Soy consciente de que, a la hora de establecer prioridades, salvaguardar el derecho a la vida y a la libertad de las personas que los tienen gravemente amenazados es una cuestión urgente y que demanda la puesta al servicio de su defensa de cuantos recursos sea posible, dentro del más apegado respeto al estado de derecho.
Las razones que me han impulsado a escribir este artículo nacen de un diagnóstico de la presente coyuntura social y política en El Salvador, y de su previsible evolución futura, en la que se perciben síntomas enormemente preocupantes, así como del reconocimiento de que los partidos políticos son unos de los agentes fundamentales a la hora de trabajar por una mejora sustancial de la situación en que vive nuestra sociedad.

La persistencia de la violencia en nuestro país, en términos de asesinatos, extorsiones, violencia familiar y, en general, en todas sus formas - violencia que nos mantiene bajo gravísimas amenazas a vida y la libertad de de la ciudadanía - y, en otro nivel ético totalmente diferente, la escenificación habitual de divergencias profundas entre quienes dirigen los partidos políticos, particularmente a ARENA y el FMLN, constituyen un binomio que impide abordar, con ciertas garantías de éxito, medidas que, aunque no consigan garantizar del todo la seguridad de las personas, permitan, al menos, minimizar el impacto de esa violencia sobre sus víctimas directas y, por extensión, en toda la sociedad.

La existencia en cualquier sociedad de diferentes partidos políticos es positiva y enriquecedora, siempre que entre ellos se produzca una confrontación pacífica y un diálogo constructivo. Sin embargo, en El Salvador, desde hace ya años, presenciamos con gran preocupación una situación de crispación y desencuentro entre las dos fuerzas políticas principales que representan a la ciudadanía, ARENA y el FMLN. Aunque durante la guerra civil, la situación era peor (aunque hay quienes sostienen que hoy es peor que entonces), seguimos padeciendo por los obstáculos al necesario diálogo entre esos dos partidos políticos y continuamos percibiendo que bastantes iniciativas importantes se encuentran bloqueadas (los préstamos, la despistolización, etc.) como consecuencia del grave enfrentamiento entre ellos. En todo caso se trata de criticar a la clase política en cuanto tal, y cuestionar determinadas formas criollas de hacer política que son las que nos parecen equivocadas.

No se trata de reivindicar una uniformidad política empobrecedora, sino de demandar los consensos éticos y políticos partidistas que son básicos para que en nuestra sociedad se camine hacia su normalización política y, lo que es aún más importante, se defiendan con mayor eficacia los derechos humanos fundamentales de toda la ciudadanía. Defensa que ha de realizarse por procedimientos democráticos y respetuosos para con esos mismos derechos humanos. En todas estas tareas la responsabilidad de los partidos es capital, pero toda la sociedad civil puede y debe colaborar en ellas. Conviene que ningún ciudadano y ninguna ciudadana de nuestro país olviden que en la libertad, en la dignidad y en las mismas vidas amenazadas de tantas y tantos coterráneos están en juego la libertad, la dignidad y el futuro de todas y todos.

Entrando ya en el fondo del problema, parecería que la distancia que divide a ambos partidos mayoritarios, es irreducible. Y mientras ellos no decidan hacer a un lado la politiquería y, juntos dedicarse a buscar soluciones al problema, éste se va a exacerbar hasta límites insospechados, con consecuencias también insospechadas.

Cito como ejemplo lo ocurrido el fin de semana pasado. El viernes, en un anuncio muy publicitado, el Presidente Saca, hablando en nombre de los tres presidentes de los Órganos del Estado, que lo acompañaban, informó que propondrían soluciones conjuntas al problema de la violencia. Esta fue una táctica política diseñada por el gobierno a invalidar la propuesta que el FMLN plantearía el día siguiente en ceremonia pública en ocasión de festejar el 26º aniversario de su fundación como partido político. Así, las cosas no van a funcionar nunca. Mientras tanto, el pueblo se desangra.

Como contenido central de esta reflexión que ofrezco a los dos partidos políticos mayoritarios, planteo el principio que es urgente un cambio de rumbo sustancial en las relaciones entre ellos. Sobran propuestas unilaterales y hacen falta aquellas otras de carácter cruzado que, subrayando lo fundamental compartido, la defensa de los derechos humanos y la democracia, hacen, además, justicia a la realidad de una sociedad plural y que anhela vivir en paz.

Así, frente a la violencia excluyente resulta urgente la construcción de nuevos consensos, no sólo de carácter ético, asociados a la defensa de los derechos humanos fundamentales, sino también de consensos de carácter político. Estoy convencido de que la unidad en esos principios éticos y políticos básicos resulta ingrediente imprescindible para enfrentarse con las pretensiones intolerables de los extorsionistas y su entorno. También para establecer con absoluta claridad que la violencia no puede recibir ninguna legitimidad o compensación política y para disminuir el riesgo de fractura social.

Para que se pueda retomar la senda del diálogo constructivo entre los partidos debemos todos entender que fuera de la democracia nada es posible, porque las ideas o proyectos políticos no resultan aceptables si no respetan los derechos humanos fundamentales, comenzando por el de la vida, o no utilizan procedimientos democráticos para su defensa y promoción.

Por otro lado, dentro de la democracia todo puede llegar a ser posible, porque cuando se utilizan procedimientos democráticos y se respetan los derechos humanos, cualquier idea o proyecto que cumpla con estas condiciones puede ser defendido y también puede aspirar a recabar el máximo apoyo social.

Soy consciente de que, a la hora de establecer prioridades, salvaguardar el derecho a la vida y a la libertad de las personas que los tienen gravemente amenazados es una cuestión urgente y que demanda la puesta al servicio de su defensa de cuantos recursos sea posible, dentro del más apegado respeto al estado de derecho.

Hace poco, un grupo prominente de empresarios, donó al gobierno $10 millones, para combatir la violencia. Pero no es tirándole dinero como se va a resolver el problema. Ya hemos visto que entre más duras las manos, mayor es la violencia. La violencia represiva no soluciona el problema. Se necesita un plan de nación, en el que participen todos los partidos políticos y la sociedad civil. Esto, por supuesto implica, el reconocimiento de que todos tienen la razón y el plan de nación debe reconocer los méritos de cada uno de ellos. Esto es urgente, el país no puede seguir desangrándose.

Los partidos políticos deben renunciar a insistir en la legitimidad o de eficacia de sus propios proyectos con respecto a la violencia y a menospreciar las propuestas del otro. Tampoco los partidos políticos deben olvidar nunca que la violencia es resultado de su incapacidad o falta de voluntad para encontrar soluciones comunes al problema que está carcomiendo la mera fibra social de nuestro pueblo.

Hasta mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones nuevamente Don Neto…gracias por el ensayo de este día. Parece que sus ensayos en el blog han alborotado a medio mundo, no solo Carlos Mayora esta hablando de lo ético y la cosa publica. Ya se si se dio cuenta que hasta Ricardo Chacón, si, el Editor en jefe del DH escribió un articulo este día (Octubre 15) clamando por sensibilidad ante el dolor humano. Y no es que el Sr. Chacón no sea una persona sensible, no, todo ser humano tiene esa capacidad espiritual de congojarse ante el dolor humano y el Sr. Chacón no creo sea la excepción.

Lo que me llama la atención sin embargo, no es su sensibilidad, si no algunos de sus argumentos. Por ejemplo: “los números son fríos, dependiendo de la fuente, que en el país mueren violentamente alrededor de diez salvadoreños a diario”. Si analizamos cuidadosamente, nos daríamos cuenta, que el hecho de la perdida de la vida humana en ese contexto es secundario, lo que se esta calificando es que dependiendo de la fuente, los muertos pueden ser mas, menos o probablemente puros chambres. No es la perdida de un ser humano lo que cuenta, ni la violencia exacerbada, si no crear cierta dudas al respecto.

Ante este hecho, el dice, “unos se rasgan las vestiduras por la creciente violencia, denuncian y tratan de echar la culpa al gobierno, politizan la cuestión, pero poco o nada hacen para dar su aporte a solucionar la problemática de manera integral y a largo plazo”.
Dado los niveles de inseguridad y de violencia, es obvio que hay un papel que el ciudadano (individuo) puede jugar, pero yo me pregunto, no es el papel del Estado, el Gobierno y sus instituciones, la responsabilidad de velar por la seguridad de sus ciudadanos, de lo contrario para que se cuenta con un Estado y su respectivo gobierno.

Hay dos esferas en lo que respecta a la seguridad. Una, es la individual y que concierne las medidas de precaución que un individuo puede tomar para resguardarse de la violencia. La otra, es la responsabilidad del Estado de garantizar la seguridad de todo el conglomerado, y no sea que culpemos los muertos por dejarse matar, alguien esta fallando.

Desde ese contexto, no debe sorprendernos que muchos ciudadanos estén molestos con quien ustedes saben, me explico. Por consiguiente, si con las diferentes versiones de las manos (mano dura, mano fuerte, súper-duper fuerte, duro blandito y mano blanca) no ha sido posible contrarrestar la violencia, no creen ustedes que ya es tiempo de pensar en algo menos duro y más inteligente.

Por supuesto, que los individuos podemos ayudar, es ahí donde el ensayo de Ernesto Rivas-Gallont, se vuelve importante, tanto que hasta los asesores de gobierno, deberían de sacar una copia y aprendérsela de memoria, en vez de minimizar aquellos que critican el “omnisciente” Gobierno.

Que la cobertura grafica de la violencia contribuye decididamente a la insensibilidad sobre el dolor; estamos completamente de acuerdo. Pero si ese es el caso, por que no se hace algo al respecto, eso no esta dentro de la esfera de los ciudadanos comunes. Ya es tiempo que se pase del dicho al hecho y del discurso estéril, a la acción.

La violencia, nos afecta a todos, nos deshumaniza, nos vuelve insensibles ante el dolor ajeno. Pero es más insensible e inhumano tener el poder para hacer algo y no hacerlo.

Gracias y buen día, Ciao