Conversaciones con Neto Rivas

LA COLUMNA DEL DOMINGO


¿ADONDE ESTÁN LOS LÍDERES POLÍTICOS SALVADOREÑOS?


Ernesto Rivas Gallont


Si queremos que sean líderes políticos los que tomen el timón para reorientar el rumbo y evitar que nos estrellemos contra un peñón rocoso, habrá que empezar por sustituir el ethos de la competición por el ethos del entendimiento y la cooperación, en el que el ser humano es el centro neurálgico.

La Real Academia de la Lengua, define el término “líder”, como “persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”. En el campo político, en El Salvador hay pocos, si acaso alguno, que podamos identificar como una persona de esa persuasión tan especial.

Podrán haberlos en el campo empresarial, de allí que los grupos de poder estén ya afanosamente buscando, dentro de su propio sector, a la persona que ellos puedan impulsar como el próximo candidato o candidata a la presidencia de la República por el partido ARENA. De entre ellos surgió Saca, como empresario y presidente de Anep y parece que la historia busca repetirse.

Antes tuvimos regímenes militares en una poderosa alianza con los grandes empresarios cafetaleros y hoy, desde que ARENA asumió el poder público, tenemos regímenes empresariales, aferrados al neoliberalismo del laissez-faire; esto es, dejar hacer, dejar que "la mano invisible", sin ningún tipo de obstáculo, regule la economía.

Dicen que el FMLN anda haciendo algo similar, es decir, buscando a un futuro candidato de afuera del partido, porque, en su interior no encuentran a nadie potable que pueda llamarse líder político. Esa actitud reconoce que el liderazgo actual está consciente que un Comandante no ganaría una contienda electoral. A Oscar Ortiz, el alcalde de Santa Tecla, lo rechaza la dirigencia ortodoxa, porque se atrevió a desafiar a Schafick Hándal, en la última elección de su candidato, además de haber mostrado convencimiento de la necesidad de implementar cambios internos dentro de su partido.

El PCN, que al principio se entusiasmó con la demagogia del alcalde de San Miguel y anunció su respaldo oficial, se arrepintió, cuando su secretario general dispuso buscar una alianza con ARENA y el PDC para presentar un frente unido contra el FMLN. Más tarde, el artículo de The Washington Post y la colección de calaveras de niño que guardó el alcalde como recuerdo de su participación en la guerra civil, terminó de convencer a quienes lo apoyaban, en su actual partido, que una persona con esa trayectoria, no podría ser electo.

El PDC tiene en Rodolfo Parker, un líder ajeno a los principios básicos del partido y anda buscando ampliar su membresía, recurriendo a terceros que, al igual que Parker, son extraños a los principios sociales de la iglesia, la base fundamental de la democracia cristiana internacional. También han coqueteando con la embajada de Estados Unidos, pero eso como que no les resultó en nada.

Los otros partidos pequeños, nutren sus filas con disidentes de otras agrupaciones políticas, que buscan una bandera de donde cogerse para su proyección política. Pero todavía no se perfila a nadie que sea tan atractivo como para catapultar a esos pequeños partidos, hacia las cumbres del gobierno.


En El Salvador, nos encontramos huérfanos de futuro. A pesar de los avances en otras áreas, la dirección política sigue anclada en un peligroso pensamiento único que busca la perpetuidad en el poder.

Es una pena que los partidos no se preocupen de formar líderes desde sus institutos de educación política, o que no seleccionen a jóvenes con maestría en ciencias políticas para fortalecer sus filas. Pareciera que a los partidos lo único que los mueve son sus propias filas internas y los amigos de los dirigentes que se encaminan al ocaso político.

Si queremos que sean líderes políticos los que tomen el timón para reorientar el rumbo y evitar que nos estrellemos contra un peñón rocoso, habrá que empezar por sustituir el ethos de la competición por el ethos del entendimiento y la cooperación, en el que el ser humano es el centro neurálgico.

Sólo así podremos avanzar hacia una democracia participativa, en vez de priorizar el bienestar empresarial, a costa de lo social. Éste es el concepto clave para reorientar el pensamiento único hacia un pensamiento integrador: la economía al servicio del ser humano, porque el ser humano es el corazón del desarrollo.
Nuestros líderes políticos así formados, deberán tener capacidad prioritaria para imaginar futuros distintos para, a la hora de tomar decisiones, poder tener idea clara de lo que verdaderamente está en juego en el país.

Hay dos versiones sobre lo que se necesita para ser líder político y, eventualmente presidente de la República. Una que el líder político ha de ser persona normal, con las mismas características y cualidades que tiene el común de los mortales. Otra, más elitista, dice que el líder político tiene que tener unas cualidades especiales que lo diferencien del resto de los ciudadanos, tales como el aguante, la capacidad de liderazgo, la visión, la ambición de poder en el buen sentido de la palabra, y la buena base educativa.

De todas las características que he mencionado, quizá el liderazgo es la que mejor define a este tipo de forma de ver y entender a los políticos. ¿Qué es el liderazgo? Además de la definición del diccionario, es, como mínimo, la capacidad de diseñar estrategias que te eleven al poder, y luego, de imponerlas sobre tu partido y sobre los grupos y personas que en principio te apoyan para conseguir tus objetivos. Ésta es una definición mínima, que no asume ninguna cualidad taumatúrgica ni mística en el líder.

El rol del liderazgo democrático, debe asumirse como una oportunidad no para responder a necesidades sectoriales específicas, sino para crear oportunidades y contextos en los que los ciudadanos puedan afrontar y resolver sus problemas. La democracia no es un ejercicio abstracto; los líderes políticos deben interactuar activamente con las personas que implementarán sus medidas y tendrán que vivir con sus resultados.

Cualquier persona con capacidad para manipular la opinión de grupos a su favor, puede llamarse político. Pero un líder político deberá, primero, tener el poder de galvanizar la opinión pública. Y eso solamente se logra desde una palestra política y no de una empresa.

Un ejemplo al margen. El Hermano Toby, es un buen modelo de la definición anterior, si la limitamos a su iglesia.

El escenario político salvadoreño está tomando forma y la campaña que se avecina promete estar interesante, luego de aprender de los errores de la anterior campaña presidencial.

San Salvador, Febrero 11, 2007

Hasta mañana, si Dios quiere.