DE CÓMO ESTADOS UNIDOS TOMÓ UNA DECISIÓN HISTÓRICA
La “ofensiva final” de la guerrilla iniciada el 14 de enero de 1981 dio un sentido de urgencia al problema salvadoreño en Washington. Cuatro días después, Carter anunció la aprobación de $5 millones de ayuda militar “no letal”. Cinco millones adicionales fueron autorizados cuatro días más tarde |
La administración del Presidente Jimmy Carter había perdido bastante influencia en El Salvador cuando el Presidente Carlos Humberto Romero, impulsado por su obcecación, renunció a la asistencia norteamericana en 1977. En consecuencia, Estados Unidos recibió con beneplácito la insurrección de octubre de 1979 y decidió de inmediato otorgar su reconocimiento a la Junta de Gobierno y respaldarla con un paquete de ayuda económica que poco después llegaría a ser el más importante entre los países del hemisferio. También se agregó una pequeña cantidad de ayuda militar.
(Romero renunció a la asistencia de Estados Unidos, porque el entonces embajador norteamericano, el periodista Ignacio Lozano Jr., seguramente siguiendo instrucciones de su gobierno, ante la crisis política que se vivía, le sugirió que adelantara las elecciones presidenciales. Eso provocó enorme ira en el presidente salvadoreño que lo llevó a expulsar al embajador Lozano de su oficina en Casa Presidencial).
Asesores norteamericanos contribuyeron a diseñar e implementar la controversial reforma agraria decretada de marzo y abril de 1980, pero la reforma tardó en efectuarse porque el gobierno salvadoreño no contaba con los fondos necesarios. Consideraciones políticas también entraron en juego.
En medio de la campaña política de Ronald Reagan en 1980, un periodista le preguntó a uno de los principales asesores del candidato si realmente creían en su retórica respecto a El Salvador. “El Salvador en sí no es importante”, respondió el asesor, “tenemos que establecer credibilidad, porque estamos en serios problemas”.
Sin embargo, de 1979 a 1981 la política e influencia de Estados Unidos hacia El Salvador era intermitente e inconsistente, impulsada por dos motivaciones conflictivas en el complejo e inconstante pesimismo político sobre El Salvador. La primera motivación era evitar una victoria de la izquierda y promover una alternativa de centro impulsada por la asistencia económica y militar. La llegada al poder en Nicaragua del FSLN aumentó la presión sobre Estados Unidos para evitar un resultado similar en El Salvador. Esta presión aumentó para 1981 cuando los sandinistas consolidaron su dominio del gobierno nicaragüense.
La segunda motivación fueron los derechos humanos. La administración Carter había establecido como piedra fundamental de su política exterior, la promoción de los derechos humanos.
Como muchos en El Salvador, funcionarios norteamericanos se sentían frustrados por la inhabilidad de la Junta de Gobierno de controlar la violencia política. Sin embargo, la política de Carter fue lo suficientemente flexible como para permitir el aumento de la asistencia, a pesar del incremento de las violaciones de los derechos humanos, siempre que el gobierno diera muestras de realizar esfuerzos para instituir reformas.
No era solamente el nivel de violencia, sino que los asesinatos específicos de ciudadanos norteamericanos lo que más afectó las negociaciones con El Salvador. El 2 de diciembre de 1980 cuatro religiosas norteamericanas fueron asesinadas lo que provocó una suspensión total de la asistencia. El 4 de enero de 1981, dos asesores de la reforma agraria norteamericanos también fueron asesinados. Esto alarmó no solamente a la Casa Blanca sino también al Congreso y provocó esfuerzos concentrados para buscar manera de controlar las violaciones a los derechos humanos.
La “ofensiva final” de la guerrilla iniciada el 14 de enero de 1981 dio un sentido de urgencia al problema salvadoreño en Washington. Cuatro días después, Carter anunció la aprobación de $5 millones de ayuda militar “no letal”. Cinco millones adicionales fueron autorizados cuatro días más tarde. Esta decisión estableció una tendencia que el Presidente Reagan habría de aprovechar para instituir su política al asumir el poder el 20 de enero de 1981.
Una vez en la Casa Blanca, la administración Reagan se movió rápidamente para establecer esa credibilidad. Proclamó su política “de aquí no pasarán” contra la agresión comunista a El Salvador. En los primeros dos meses, el Presidente Reagan despidió a Robert White, embajador de Carter en El Salvador y lanzó una intensa campaña en el Congreso, Europa y América Latina para convencer a quien lo quisiera oír que la insurgencia en El Salvador era un “caso textual de agresión armada indirecta de los poderes comunistas”. De inmediato procedió a duplicar la asistencia económica y militar para el gobierno salvadoreño.
Inicialmente la administración Reagan parecía hacer hincapié en la necesidad de fortalecer a El Salvador como una barrera contra la expansión comunista en Centro América. El 23 de febrero de 1981 el Departamento de Estado publicó un informe especial titulado “La interferencia comunista en El Salvador”, que enfatizaba el apoyo al FMLN por parte de Nicaragua, Cuba y la Unión Soviética. El informe fue duramente criticado en los medios de comunicación y en el Congreso. Sin embargo, la Casa Blanca logró aumentar sustancialmente los niveles de asistencia económica y militar, inicialmente por medio de órdenes ejecutivas y más tarde por asignaciones legislativas.
A pesar de que Reagan le restó importancia a las consideraciones sobre derechos humanos, el Congreso votó en enero de 1982 una resolución que requería que el Ejecutivo certificara cada seis meses que El Salvador avanzaba en áreas como el control de los abusos a los derechos humanos perpetrados por el ejército, la implementación de las reformas económicas y políticas, particularmente la reforma agraria, y el compromiso de efectuar elecciones libres con la participación de todas las facciones políticas que “desistieran de actividades paramilitares” (léase el FMLN).
Con reticencia la administración aceptó las condiciones impuestas por el Congreso y procedió a implementar políticas que destacaban el sostenimiento de la economía salvadoreña ante los ataques de la guerrilla a la infraestructura, el fortalecimiento militar para dominar la insurgencia y esfuerzos disimulados en el área de los derechos humanos.
Fue así como una nación con poca o ninguna importancia estratégica o económica para Estados Unidos, se convirtió repentinamente en un símbolo, un vehículo, por medio del cual la administración Reagan sentaría las bases fundamentales de su política exterior.
San Salvador, domingo 6 de mayo de 2007
Hasta mañana, con otras novedades, si Dios quiere
(Romero renunció a la asistencia de Estados Unidos, porque el entonces embajador norteamericano, el periodista Ignacio Lozano Jr., seguramente siguiendo instrucciones de su gobierno, ante la crisis política que se vivía, le sugirió que adelantara las elecciones presidenciales. Eso provocó enorme ira en el presidente salvadoreño que lo llevó a expulsar al embajador Lozano de su oficina en Casa Presidencial).
Asesores norteamericanos contribuyeron a diseñar e implementar la controversial reforma agraria decretada de marzo y abril de 1980, pero la reforma tardó en efectuarse porque el gobierno salvadoreño no contaba con los fondos necesarios. Consideraciones políticas también entraron en juego.
En medio de la campaña política de Ronald Reagan en 1980, un periodista le preguntó a uno de los principales asesores del candidato si realmente creían en su retórica respecto a El Salvador. “El Salvador en sí no es importante”, respondió el asesor, “tenemos que establecer credibilidad, porque estamos en serios problemas”.
Sin embargo, de 1979 a 1981 la política e influencia de Estados Unidos hacia El Salvador era intermitente e inconsistente, impulsada por dos motivaciones conflictivas en el complejo e inconstante pesimismo político sobre El Salvador. La primera motivación era evitar una victoria de la izquierda y promover una alternativa de centro impulsada por la asistencia económica y militar. La llegada al poder en Nicaragua del FSLN aumentó la presión sobre Estados Unidos para evitar un resultado similar en El Salvador. Esta presión aumentó para 1981 cuando los sandinistas consolidaron su dominio del gobierno nicaragüense.
La segunda motivación fueron los derechos humanos. La administración Carter había establecido como piedra fundamental de su política exterior, la promoción de los derechos humanos.
Como muchos en El Salvador, funcionarios norteamericanos se sentían frustrados por la inhabilidad de la Junta de Gobierno de controlar la violencia política. Sin embargo, la política de Carter fue lo suficientemente flexible como para permitir el aumento de la asistencia, a pesar del incremento de las violaciones de los derechos humanos, siempre que el gobierno diera muestras de realizar esfuerzos para instituir reformas.
No era solamente el nivel de violencia, sino que los asesinatos específicos de ciudadanos norteamericanos lo que más afectó las negociaciones con El Salvador. El 2 de diciembre de 1980 cuatro religiosas norteamericanas fueron asesinadas lo que provocó una suspensión total de la asistencia. El 4 de enero de 1981, dos asesores de la reforma agraria norteamericanos también fueron asesinados. Esto alarmó no solamente a la Casa Blanca sino también al Congreso y provocó esfuerzos concentrados para buscar manera de controlar las violaciones a los derechos humanos.
La “ofensiva final” de la guerrilla iniciada el 14 de enero de 1981 dio un sentido de urgencia al problema salvadoreño en Washington. Cuatro días después, Carter anunció la aprobación de $5 millones de ayuda militar “no letal”. Cinco millones adicionales fueron autorizados cuatro días más tarde. Esta decisión estableció una tendencia que el Presidente Reagan habría de aprovechar para instituir su política al asumir el poder el 20 de enero de 1981.
Una vez en la Casa Blanca, la administración Reagan se movió rápidamente para establecer esa credibilidad. Proclamó su política “de aquí no pasarán” contra la agresión comunista a El Salvador. En los primeros dos meses, el Presidente Reagan despidió a Robert White, embajador de Carter en El Salvador y lanzó una intensa campaña en el Congreso, Europa y América Latina para convencer a quien lo quisiera oír que la insurgencia en El Salvador era un “caso textual de agresión armada indirecta de los poderes comunistas”. De inmediato procedió a duplicar la asistencia económica y militar para el gobierno salvadoreño.
Inicialmente la administración Reagan parecía hacer hincapié en la necesidad de fortalecer a El Salvador como una barrera contra la expansión comunista en Centro América. El 23 de febrero de 1981 el Departamento de Estado publicó un informe especial titulado “La interferencia comunista en El Salvador”, que enfatizaba el apoyo al FMLN por parte de Nicaragua, Cuba y la Unión Soviética. El informe fue duramente criticado en los medios de comunicación y en el Congreso. Sin embargo, la Casa Blanca logró aumentar sustancialmente los niveles de asistencia económica y militar, inicialmente por medio de órdenes ejecutivas y más tarde por asignaciones legislativas.
A pesar de que Reagan le restó importancia a las consideraciones sobre derechos humanos, el Congreso votó en enero de 1982 una resolución que requería que el Ejecutivo certificara cada seis meses que El Salvador avanzaba en áreas como el control de los abusos a los derechos humanos perpetrados por el ejército, la implementación de las reformas económicas y políticas, particularmente la reforma agraria, y el compromiso de efectuar elecciones libres con la participación de todas las facciones políticas que “desistieran de actividades paramilitares” (léase el FMLN).
Con reticencia la administración aceptó las condiciones impuestas por el Congreso y procedió a implementar políticas que destacaban el sostenimiento de la economía salvadoreña ante los ataques de la guerrilla a la infraestructura, el fortalecimiento militar para dominar la insurgencia y esfuerzos disimulados en el área de los derechos humanos.
Fue así como una nación con poca o ninguna importancia estratégica o económica para Estados Unidos, se convirtió repentinamente en un símbolo, un vehículo, por medio del cual la administración Reagan sentaría las bases fundamentales de su política exterior.
San Salvador, domingo 6 de mayo de 2007
Hasta mañana, con otras novedades, si Dios quiere
13 comentarios:
Don Neto,
Tuve la oportunidad de entrevistarme con el Sr. Robert White, porque mi cuartel, "El Zapote", era de los que apoyaban a la Junta Revolucionaria de Gobierno.
El Sr. White no podía ocultar su odio y desdén hacia los militares. Nos acusaba de las peores atrocidades en la historia de la humanidad, y a todos (incluyendo a este subteniente recién egresado) nos pintaba con esa brocha. Por sus respuestas denotaba que en lo personal, quería ver una victoria guerrillera en El Salvador, como había sucedido en Nicaragua.
Lo único que detenía su mano en contra de los militares era el que Jimmy Carter, en plena campaña política, no podía "perder" El Salvador, como había "perdido" Nicaragua.
De esta situación se aprovechaba la guerrilla, y cometía atrocidades con los guardias nacionales (aislados) en el interior del país.
Lo cual desencadenó una represión de parte de los militares, y ese círculo vicioso desencadenó en una guerra cruenta....
De la que aparentemente no aprendimos nada.
Saludos,
Raul Armando Interiano
White era (y es, como lo pudimos comprobar durante su reciente visita a El Salvador) un hombre con mucho odio en su corazón. Y ya sabemos a lo que eso conduce.
TRIUNFO DE LA DERECHA
El derechista, pro-americano Sarkozy derrota a la socialista Royal en Francia
Como que en Francia ya se cansaron de un sistema que no funciona.
Solo para aclarar...
El hecho que White es, era o pudiera ser odioso, maricon, bisexual o lo que sea, no significa que lo que White dijo acerca de D'aubuisson sea mentira, ya que el no presento inventos odiosos ni nada por el estilo contra D'aubuisson y sus escuadrones de la muerte; White presento documentos oficiales desclasificados del gobierno de los Estads Unidos, la CIA, el Departamento de Estado, etc..
Repito, solo para aclarar...
Lo que White sea como persona, eso sale sobrando, eso simplemetne lo hace una buena o mala persona (como ser humano), pero en ningun momento le quita merito ni relevancia ni veracidad a sus declaraciones contra la derecha escuadronera salvadoreña, una vez mas, lo el ha dicho contra D'aubuisson y sus escuadrones derechistas de la muerte, eso es lo que el gobierno amo de la derecha salvadoreña ha establecido como la verdad, le guste o no a quien sea.
Durante mi servicio en el ejército de El Salvador, jamás tuve contacto alguno con alguien asociado con los susodichos "Escuadrones de la Muerte".
A mí no me consta que existían. La gente con la que tuve el honor de servir, era profesional.
Era fácil decir que un finado había sido asesinado por Escuadrones de la Muerte, porque la prensa internacional lo amplificaba. Pero, quién lo mató? A saber.
La guerrilla se vestía de civil. Un guerrillero muerto, parecía civil. Según la prensa, si era civil, era muerto por los Escuadrones de la Muerte.
Allí sí que había elemento de propaganda, y no necesariamente de veracidad.
Y le disguste a quien le disguste, Robert White carece de toda credibilidad.
Yo tengo una aversión por la gente que tiene odio en su corazón, irrespectivamente si sus argumentos son válidos o no. White tiene mucho odio en su corazón y no solo contra sus "enemigos" en El Salvador, sino contra todo lo que sea derecha tradicional.
Armando,mi hijo mayor y yo fuimos víctimas de los "escuadrones de la muerte". Lo fui en mi persona y en mi propiedad, repetidas veces. Algún día con tiempo y espacio relataré mis experiencias. Asi es que soy prueba viviente de su existencia.
Querido Ernesto:
Muy interesante tu columna de hoy en LPG y ampliada en tu blog. Yo tambien viví -- y cubrí -- muchos de esos momentos y eventos en Washington. El informe sobre "Communist Interference in El Salvador" lo tengo en estos momentos en mis manos pues lo guardé y todavía estoy convencido de que mucho, sino la mayoría, de lo que dice era realidad. A pesar de las críticas de los sectores liberales e izquierdistas en la prensa y política de este país (los EE.UU.). El informe, que lo obtuve mientras cubría el Departamanto de Estado para UPI en esos años, venía acompañado de una serie de fotos, mapas y documentos de la misma guerrilla mostrando las rutas por las cuales entraban esas armas que llegaban de Nicaragua -- casi todas por las costas de Oriente, segun esos mapas de la misma guerrilla. Tambien tengo en mis manos en este momento una sección especial de LPG, fechada el 26 de septiembre de 1981, sobre el viaje del Presidente Duarte a Washington. En las fotos incluídas en esa sección de LPG estamos nosotros dos -- en fotos distintas.
Saludos,
En mi columna y blog del próximo domingo, retomaré el tema sobre el que escribo hoy, sobre todo alrededor de la interferencia comunista en El Salvador (así llamaré a los artículos), alrededor del White Paper al que Juan y yo nos referimos. Recomindo también leer la primera de dos entregas que publica a partir de hoy LPG en su revista dominical Enfoques.
Don Neto,
Lamento muchisimo lo que le sucedió, pero eso de "escuadrones de la muerte" es una caracterización que se le intentó a dar al ejercito y que yo desmiento categóricamente.
Si habían bandas armadas de tipos de cierta ideologia, no provenian del ejército.
La prueba es esta: NUNCA pudieron sacarle pruebas a todos los que mencionaban como cabecillas de los escuadrones de la muerte, todos miembros del ejército, y que francamente, no hacían más que combatir a la guerrilla efectivamente. Qué conveniente para la guerrilla era lanzar acusaciones, sin tener que aportar pruebas.
Hasta entonces, nadie sabe quien amenazó a quien, y que conveniente no tener que aportar pruebas. Eso, señores, es PROPAGANDA.
Recientemente leí un editorial (EDITORIAL) de LPG, donde un Sr. Sanz no hacía más que decir que "decían" que el bendito alcalde de San Miguel, era no se cuántas barbaridades. "Decían"? Con chambre basta?
PRUEBAS!!!!
Es fundamental que nos alejemos de acusar sin aportar pruebas.
la izquierda aun mantiene como verdades todas las hipotesis sobre la guerra. Las acusaciones siempre estubieron manipuladas por la mayoria de la prensa Internacional en San Salvador, (quienes reportaban desde el hotel) que estaban completamente opuestas a la politica de Reagan en El Salvador.
Aun durante la Presidencia del Presidente Duarte, a quien los terroristas de la epoca lo acusaron de ser el jefe de los escuadrones de la muerte (acusacion totalmente falsas) que no progreso porque la guerra continuo y el Sr. Presidente fallecio. A estas alturas sin duda, lo acusaran tambien de ser "el malo de la pelicula" y hasta tuviera acusadores reales de familiares desaparecidos o de asesinados en tal fecha.
Armando lo pone claro sobre la utilizacion de la propaganda para acusar.
Las acusaciones sin pruebas jamas han sido penadas en El Salvador. Y la izquierda lo sabe: Canta y canta y canta que al final hasta ellos mismos se la creen.
Escuadrones de la Muerte:
Los que secuestraron y mataron a:
Regalado
Borgonovo..
Los que secuestraron al Sr. Siman (un alma de Dios, a quien tengo el gusto de conocer),
a Suster...
Todos de Izquierda.
Pero no quiero hacer esto un dime que te dire.
De las armas mas efectivas que tuvo la guerrilla en El Salvador, fue que el ejercito era el responsable por los Escuadrones de la Muerte.
Beth Nissen, una reportera de Time, despues de visitar El Salvador, en aquella operacion alrededor del Volcan de San Vicente, en la que tuve el honor de participar... cambio su historia poco despues de visitar El Salvador...
Se dio cuenta que se la habian enganchado.
Saludos,
Raul Armando Interiano
En la nueva generación salvadoreña, que no conoció la amenaza del comunismo porque no eran adultos en aquella época, se está estableciendo una certidumbre de que la guerra fué "civil."
Por ejemplo, hace apenas 4 meses, en la celebración de los Acuerdos de Paz, Felipe González, presidente del Socialista gobierno español durante la época, admitió sin tapujos que él discutió anticipadamente con Fidel Castro los planes de la "Ofensiva Final Hasta El Tope" en la cual la guerrilla atacó los barrios civiles de San Salvador en noviembre de 1989.
Como en E.S. no hay conciencia del complot comunista multinacional que se orquestó contra nuestro país, dicha confesión pasó absolutamente desapercibida.
De hecho Laínez, nuestro flamante Ministro de Relaciones Exteriores, estaba allí, y no se inmutó.
Dos temas recurren en los comentarios hechos este día. Uno, la agresión del comunismo internacional. Dos, la no-existencia de escuadrones de la muerte.
La amnesia temporal parece una buena medicina, mas bien diría yo, es como una terapia sicológica, para revertir los remordimientos y apaciguar los fantasmas.
Pero algo se ha avanzado, al menos se discuten estos temas abiertamente. Lo que me parece curioso, es que hasta el-visitador aparece con un su blog hablando de Felipe González, Enfoques publico un articulo sobre la injerencia Cubana y la KGB y don Neto escribe su articulo haciendo reminiscencia de esos tiempos. Lo peculiar del caso, es que el tema solamente se comenta cuando se avecinan campañas políticas.
El tema de los EM es un tema que esta bien documentado, su existencia no es caso de probabilidades, aún la revista Times se refirió a la “Opción El Salvador” y su posible implementación en Irak. Documentos des-claficificados de inteligencia corroboran su existencia. Esto no significa que toda persona asociada con la FA tubo participación o estuvo involucrado.
Al hablar de estos temas es necesario ser cauto y tener al menos la discreción de admitir, de que ambos bandos cometieron abusos, de lo contrario, no hemos aprendido la lección y caeremos fácilmente en la misma trampa
Samuelito
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