sábado, septiembre 16, 2006

LA COLUMNA SEMANAL

¿SOMOS INDEPENDIENTES?

Ernesto Rivas Gallont

La independencia también afectó las masas indígenas, aunque las
prerrogativas de las comunidades se mantuvieron durante bastante tiempo, por
lo menos hasta cuando Centroamérica sucumbió ante el imperialismo económico
norteamericano

A propósito de las celebraciones el viernes pasado, en conmemoración de nuestra independencia, vale la pena preguntarnos: ¿Somos en realidad independientes?

Lo que se inició el 15 de septiembre de 1821 fue un período borrascoso y político-económicamente regresivo. Un período colmado de guerras y violencia destacado por la repetida disolución de la federación de repúblicas centroamericanas, que de existir hoy, sería un país próspero, geográficamente del tamaño de California y con una población igual a la de ese Estado norteamericano.

¿Qué podríamos esperar de los independentistas, cuando dando la espalda a los pueblos de la región dicen en el Acta de Independencia: “(. . .) Que siendo la Independencia del Gobierno Español, la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político la mande a publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo?”


“Que serían terribles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”; escalofriante sentencia que instituye un legado de dictaduras y prepotencia que nos mantuvieron subyugados hasta hace poco tiempo. Los Martínez, los Ubicos, los Somozas, los Carías, hacen de Centroamérica, o más bien de los diminutos países que la forman, verdaderas colonias del imperialismo político y económico.

Separados de España y del extinto Imperio Mexicano, nuestro José Matías Delgado y otros visionarios estadistas de entonces, crean el 1 de julio de 1823 las “Provincias Unidas del Centro de América”. Sin embargo guerras fratricidas, caprichos presidenciales y golpes de estado, destruyen repetidamente los sueños integracionistas. Braulio Carrillo Colina presidente de Costa Rica, es cómplice del dictador guatemalteco José Rafael Carrera (Racacarraca) en la disolución de la Federación Centroamericana en 1840. Más tarde, el 14 de noviembre de 1898, le tocaría a nuestro General Tomás Regalado prevenir el surgimiento de los “Estados Unidos de Centro América”, al derrocar, en un sonado golpe de estado, al presidente General Rafael Antonio Gutiérrez el mismo día en que El Salvador se arriaría la antigua bandera y se izaría la de la Federación.

La independencia también afectó las masas indígenas, aunque las prerrogativas de las comunidades se mantuvieron durante bastante tiempo, por lo menos hasta cuando Centroamérica sucumbió ante el imperialismo económico norteamericano que hace de los países productores de bananos, llevándose de encuentro a El Salvador, verdaderas colonias, a grado de acuñar el término peyorativo de “Banana Republics”, sinónimo de subdesarrollo e insignificancia. Y es Estados Unidos, quien nos impone las dictaduras ignominiosas que hicieron de la región un verdadero “feudo de caza” de las grandes corporaciones bananeras y de los aprovechados políticos de la región. “He may be a son-of-a-bitch, but he’s our son-of-a-bitch”, dijo el presidente Franklin Delano Roosevelt, refiriéndose a Anastasio Somoza, padre.

Pero que Estados Unidos controle nuestro pasado, presente y futuro, no nos debe extrañar. Por voluntad propia, quisimos ser dependencia norteamericana, cuando en septiembre de 1823, a los dos años escasos de haber firmado el acta de independencia, una delegación salvadoreña encabezada por el Coronel Manuel José Arce, acompañado por don Juan Manuel Rodríguez, el Teniente Coronel Rafael Castillo, y el Teniente Cayetano Bodoya, (en el mar habla muerto don Manuel Zelago) viajó a los Estados Unidos, comisionada para gestionar la admisión de la Provincia de El Salvador, como Estado de la Federación de los Estados Unidos de Norte América.

A pesar del intento frustrado, continuamos sintiéndonos muy próximos a Estados Unidos. De hecho, nuestra bandera fue muy semejante a la norteamericana, con todo barras y estrellas desde mayo de 1865 a mayo de 1912, con un breve paréntesis en 1898, cuando la bandera se asemejaba mucho a la actual. ¿Y cómo se llamaba nuestra casa presidencial? Que otra cosa si no, “Casa Blanca”.

Depredadas las arcas nacionales, en El Salvador nos vimos obligados a pignorar nuestros ingresos aduaneros para garantizar un empréstito que más tarde llevaría al dictador salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez a colocar un epígrafe muy visible en el Salón Azul de la Asamblea Legislativa en el antiguo Palacio Nacional, el cual simplemente leía “No más empréstitos”, tal era la vergüenza por la que el país había pasado.

Mucho más tarde, cuando la seguridad nacional llega a ser la piedra fundamental de la política exterior de los Estados Unidos, la gran nación del norte, rasgándose las vestiduras, da a los países de la región las armas morales (y físicas) para deshacerse del poder subyugador de las dictaduras.

Hoy, talvez por circunstancias muy distintas, El Salvador es más dependiente que nunca. Nuestra economía devastada por una guerra fraticida, dos terremotos, el desplome de los precios del café y el azúcar; la desaparición del cultivo del algodón, la depredación de las cosechas del mar, que, la corrupción y los excesos en el gasto estatal, nos obligan a depender (¿por cuánto tiempo?) de las remesas familiares, de las maquilas y de la inversión pública sostenida por la ayuda en forma de empréstitos y donativos que buenamente recibimos de países amigos.

La esperanza que nos nutre es que la necesidad de comerciar libremente con los Estados Unidos, y la presión que de ello se origina, resulten en una nueva federación centroamericana, por lo menos económica, lo cual ya sería un buen principio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Armando:

Yo creo que asumir la actitud de que los problemas de independencia son solo de nosotros o solo de los Gringos no nos llevara a nada.

Estoy completamente de acuerdo contigo en el sentido de que hemos tenido "lideres" a traves de nuestro ultimos 150 anhos que han tomado decisiones que una "vaca" hubiera hecho mejor.

Sin Embargo los Norteamericanos han estado involucrados demasiado en nuestros negocios ( con o SIN nuestra voluntad) de acuerdo en sus intereses geopoliticos.

Creo que la respuesta no esta en ver las cosas en " blanco y Negro". En otras palabras la question seria

Que tanto porcentage de culpa tenemos nosotros y que tanto porcentage de culpa le hechamos a los norteamericanos ? Esos numeros son dificiles de poner 50% y 50 % ?

40% y 60 % quien sabe????

pero lo cierto que hay culpa de ambos lados.

Una de las razones realmente por la que me vine a USA es que no veo liderazgos nacionales (Ni de arena ni del FMLN ni de nadie) que esten basados en soluciones estables , aposten a la educacion y que sean a largo plazo.

Creo que la situacionbes politicas, geopoliticas y educacionales de nuestros "lideres" y los intereses norteamericanos han hecho un perfecto "mixing" ( Dios los crea y ellos se Juntan !) para tenernos dependientes por muchos anhos mas!


Rigo

Anónimo dijo...

Estimado Armando:

Un pequenho ejemplo en el cual la decision criolla se deja dominar por la decision de USA.

Ser parte de la coalicion en IRAK !
(este solo es UN ejemplo de muchos)

Por que no podemos dejar de ser parte de la coalicion en IRAK?

Por que de verdad nos importa IRAK ?

Por que estamos convencidos que SADAM nos iba a atacar ?


NO! Por que nuestra economia depende mucho de tener contento a USA. Que pasaria si de repente nos mandan un milloncito de compatriotas de regreso ? (NO al TPS ??)

Esta y MUCHAS otras son ejemplos de decisiones NO independientes.
Que no tienen mucho que ver con convicciones criollas.

Muchas veces la independencia viene cuando uno esta dispuesto a aguantar "hambre" con el objectivo de ser libre !

Solo un pequenho comentario